martes, 1 de abril de 2008

01/04/08



Hola!!

¿Qué tal el “Primero de Abril”? ¿Muchas “inocentadas” los que estáis fuera de España?

Por aquí, muy bien... A mí hoy me dijeron eso de “April, april!!” (“Inocente, inocente”), un grupo de alumnos en una clase... cuando al entrar me encontré con siete alumnos más de lo habitual, sentaditos y con cara de no haber roto un plato, haciéndose pasar por alumnos italianos de intercambio... Aunque la verdad, más bien la “inocentada” la ha tenido otra compañera del instituto al no presentarse ninguno de los alumnos a su clase, dejándola con la lección colgada... y, alucinando en colores, entró en mi clase para comprobar si yo tenía alguno... je, je... ya veis... a mi me “sobraban” y a ella le faltaban...:)
La verdad es que la lección fue bastante divertida hablando de Galicia y de las lenguas oficiales en España.

Por cierto, hablando de clases, hoy leyendo unos artículos para preparar posibles “comentarios de textos” “descubrí” el nuevo artículo de Mercedes Abad (periodista y escritora española), de la que ya he hablado en alguna otra ocasión, publicado en la revista “ECOS” en la edición del mes de abril 2008 titulado “Jubilados” y que no tiene desperdicio...

Aquí os lo pongo...

“En España todavía existe la creencia de que un jubilado es fundamentalmente un ser ocioso que se dedica durante el resto de su vida a rascarse la barriga, irse de viaje con otros jubilados, jugar a las cartas con los amigotes en el bar, coleccionar mariposas y mirar cómo trabajan los obreros de la construcción en las numerosas obras que en estos momentos convierten la mayor parte de las ciudades españolas en inmensos quesos de gruyére llenos de agujeros, de ruido y de polvo.

Nada más lejos de la realidad, créanme. Yo creo incluso que algunos de los jubilados trabajan tanto o más que cuando supuestamente se hallaban entre las capas productivas de la población. No hay más que pasear diez minutos, cualquier mañana de estás, por cualquier calle de alguna ciudad española, para ver la abnegación y la energía con que los pobres ancianos empujan, sacando fuerzas de flaqueza, los cochecitos de los tiernos infantes que sus ocupados hijos les han confiado antes de irse cada uno a sus respectivos trabajos. Es incluso posible que, mientras luchan por calmar a alguna criatura que berrea con toda la fuerza de sus jóvenes pulmones, alguno de estos aguerridos jubilados llegue a sentir una profunda nostalgia por la época en que se levantaba al amanecer, tomando un metro abarrotado de congéneres, y luego, pongamos por caso, se incorporaba a la cadena de montaje de alguna fábrica de automóviles por un sueldo no precisamente de ministro.

Antes eran médicos, azafatas, carniceros, dependientas, albañiles, notarios, viajantes de comercio o profesoras de matemáticas. Ahora se encargan de sus nietos cuando éstos no se hallan en edad escolar o cuando están enfermos y no pueden ir al colegio. Antes hacían casas, fregaban suelos o vendían salchichas en el mercado; ahora cambian pañales, examinan caquitas, limpian mocos, cantan nanas, se aplican a calmar llantos y berrinches que parecen empeñados en batir algún récord mundial de duración y potencia, hacen papillas, alimentan a bebés que tienen la entrañable costumbre de escupirles con cierta frecuencia la comida en la cara, limpian vómitos y se desploman tomando en brazos a bien alimentadas criaturas, cuyo peso les hace crujir los huesos de su fatigado esqueleto.

Si están ustedes hartos de su trabajo, si están desesperados porque su jefe acaba de pegarles una bronca injusta o algún compañero de trabajo los exaspera a muerte, piensen en los pobres jubilados y ya verán como se les pasan de golpe todos sus males. O, mejor dicho, vayan a alguno de esos parques o plazas donde siempre hay una legión de abuelos columpiando a nietos que exigen que se les empuje más fuerte aún, o corriendo aterrados tras alguna criatura que se les escapa en dirección a la calzada, como si el sueño de su corta existencia fuera a acabar chafado cual compresa extraplana bajo las ruedas de un autobús. Yo lo hago a menudo, y en menos que canta un gallo me reconcilio con mi vida y mis obligaciones laborales de ese día, por duras que estás sean.

Encima, no vayan ustedes a pensar que los jefes ante los que rinden cuentas esos aguerridos jubilados vayan a ser más benévolos que los de los demás trabajadores. Al contrario: como dice el proverbio: “donde hay confianza, da asco”, y ya se sabe que la mayor suministradora de asquerosa confianza es precisamente nuestra querida familia: de modo que más de un jubilado habrá añorado las iras de su ex jefe al oír a su hija reñirle por malcriar a los nietos.”

¿Qué os parece? ¿Tiene razón la escritora con este artículo sobre los “jubilados”?... ¡Ya me contaréis!

Un besazo y feliz noche :)

Foto: Un grupo de “jubilados” en Suiza disfrutando en un parque de Ginebra de una de sus pasiones: el ajedrez!! :)

4 comentarios:

  1. Hombre, pues que quieres que te diga. A mi no me disgusta la actividad ociosa del jubilado "ideal". Muchos aspiramos a algo parecido. Un beso.

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  2. Totalmente de acuerdo,los pobres jubilados ni un minuto de descanso,siempre disponibles para cuando los necesiten y ni siquiera les dan las gracias es como si fuera su obligacion criar a los nietos,algunos dan pena no pueden con los fieras de nietos que tienen mas fuerza que ellos.Besos

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  3. Por si alguien tiene curiosidad:

    Según "Wikipedia"... En Inglaterra, Estados Unidos y otros países "April fools' day" (en español: el día de los tontos) es el 1 de abril y es tradición gastar bromas.

    Más datos: http://es.wikipedia.org/wiki/1_de_abril

    El pez de abril (en francés, poisson d'avril) es el nombre que recibe en Francia una fiesta celebrada cada 1 de abril desde 1564 o, al menos, eso es lo que dice la leyenda.

    La tradición se propagó luego a Italia con el mismo nombre (en italiano, pesce d'aprile). Posteriormente se expandió aún más, hasta llegar a los Estados Unidos unos doscientos años después, a través de los británicos, que lo llaman el día de los tontos de abril (en inglés, April fools' day). Los alemanes tienen su Aprilscherz, los brasileños su dia da mentira en la misma fecha, y los escoceses llaman a la víctima de las bromas gowk (cucú).

    En España y algunos países de América latina existe una tradición similar, celebrada el 28 de diciembre, el Día de los Santos Inocentes, una celebración que mezcla ritos paganos con el relato bíblico de la masacre llevada a cabo por Herodes.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Pez_de_abril

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  4. Por aquí ni inocentadas, ni hornazo, ni nada... bueno sí, que ayer celebramos el Día Internacional de la Diversión Laboral, y eso en mi oficina si que lo hacemos bien. Aunque ayer tuvimos que esperar a salir de allí para divertirnos!!
    Besos

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